"Como un padre se compadece de sus hijos, Así se compadece el SEÑOR de los que Le temen. " (SALMO 103:13) | ||
Nadie. Nadie que sea humano puede decir que ha sido un padre o una madre perfecto. El único padre perfecto es el Padre Celestial que está en el cielo. A su modelo tendremos siempre que apuntar, para que la gloria sea siempre solamente para Él.
No hay madre, no hay padre que no peque. Ninguno de nosotros puede decir, “Yo nunca cometí un error con respecto a mis hijos”. Pero, sabe que Dios entiende esto muy bien. Y la gracia de Dios, su favor, se extiende hacia ti, padre o madre imperfecto. Cuando nos sintamos inadecuados al final del día con respecto a nuestra paternidad o maternidad, recostemos nuestra cabeza sobre la almohada y digamos, “Señor, confío en Tu gracia, confío en Tu misericordia”.
Ayuda mucho reconocer que no podemos volver el tiempo atrás. Quizás cometimos serios errores como padres antes de conocer el mensaje del evangelio. Quizás nuestros propios padres, a quienes veneramos y en un tiempo consideramos modelos adecuados de paternidad, cometieron serios errores con nosotros, e ignorantemente transferimos esos errores a la educación de nuestros propios hijos. Sólo mucho después, a la luz de la Palabra de Dios, logramos entender nuestros errores. Pero ya, desgraciadamente, habíamos hecho daño a nuestros hijos. Quizás tendremos que pedirle perdón a nuestros hijos y admitir delante de ellos que fallamos.
Pero no podemos vivir la vida castigándonos a nosotros mismos por errores que cometimos por nuestra ignorancia. Cuando venimos a los pies del Señor, él nos dice, “No te preocupes. Sé que has cometido muchos errores. Comencemos a trabajar juntos para enderezar las torceduras del pasado. Mi Espíritu se asegurará de que no fracases en ese esfuerzo”.
Lo primero que tenemos que decir es, “Me arrepiento. Sé que fallé. Quiero hacerlo mejor”. Quizás, como dijimos antes, tendrás que pedirles perdón a tus hijos. Este será un buen paso hacia su sanidad.
Pero tiene que llegar el momento en que te abandones a la gracia y misericordia del Señor, y reconozcas que ser padre, ser madre, es la tarea más inhumana que existe en el universo. Inhumana en el sentido de que sólo lo divino puede realizar una paternidad adecuada. Es una labor que Dios nos ha encomendado en la cual nadie saca una “A”. Nadie. Nunca la vamos a poder ejecutar a la perfección.
¡Pero qué bueno es saber que tenemos un Padre misericordioso, que se especializa en enderezar huesos rotos y corregir cicatrices de manera que ni se noten con el tiempo! Abandónate a la misericordia de tu amoroso Padre, que te perdona y restaura. No vivas en el pasado. Mira confiadamente hacia el futuro, y cree que aun tus errores Dios los usará para bendecir tu casa y darle a tus hijos un futuro y una vida bendecidos. Ciertamente, “a los que a Dios ama, todas las cosas ayudan a bien”. ¡Aun los errores del pasado.
No hay madre, no hay padre que no peque. Ninguno de nosotros puede decir, “Yo nunca cometí un error con respecto a mis hijos”. Pero, sabe que Dios entiende esto muy bien. Y la gracia de Dios, su favor, se extiende hacia ti, padre o madre imperfecto. Cuando nos sintamos inadecuados al final del día con respecto a nuestra paternidad o maternidad, recostemos nuestra cabeza sobre la almohada y digamos, “Señor, confío en Tu gracia, confío en Tu misericordia”.
Ayuda mucho reconocer que no podemos volver el tiempo atrás. Quizás cometimos serios errores como padres antes de conocer el mensaje del evangelio. Quizás nuestros propios padres, a quienes veneramos y en un tiempo consideramos modelos adecuados de paternidad, cometieron serios errores con nosotros, e ignorantemente transferimos esos errores a la educación de nuestros propios hijos. Sólo mucho después, a la luz de la Palabra de Dios, logramos entender nuestros errores. Pero ya, desgraciadamente, habíamos hecho daño a nuestros hijos. Quizás tendremos que pedirle perdón a nuestros hijos y admitir delante de ellos que fallamos.
Pero no podemos vivir la vida castigándonos a nosotros mismos por errores que cometimos por nuestra ignorancia. Cuando venimos a los pies del Señor, él nos dice, “No te preocupes. Sé que has cometido muchos errores. Comencemos a trabajar juntos para enderezar las torceduras del pasado. Mi Espíritu se asegurará de que no fracases en ese esfuerzo”.
Lo primero que tenemos que decir es, “Me arrepiento. Sé que fallé. Quiero hacerlo mejor”. Quizás, como dijimos antes, tendrás que pedirles perdón a tus hijos. Este será un buen paso hacia su sanidad.
Pero tiene que llegar el momento en que te abandones a la gracia y misericordia del Señor, y reconozcas que ser padre, ser madre, es la tarea más inhumana que existe en el universo. Inhumana en el sentido de que sólo lo divino puede realizar una paternidad adecuada. Es una labor que Dios nos ha encomendado en la cual nadie saca una “A”. Nadie. Nunca la vamos a poder ejecutar a la perfección.
¡Pero qué bueno es saber que tenemos un Padre misericordioso, que se especializa en enderezar huesos rotos y corregir cicatrices de manera que ni se noten con el tiempo! Abandónate a la misericordia de tu amoroso Padre, que te perdona y restaura. No vivas en el pasado. Mira confiadamente hacia el futuro, y cree que aun tus errores Dios los usará para bendecir tu casa y darle a tus hijos un futuro y una vida bendecidos. Ciertamente, “a los que a Dios ama, todas las cosas ayudan a bien”. ¡Aun los errores del pasado.
2 comentarios:
Hi, is very good your blog,is very interest
Que bonito este post sobre los padres, a veces debemos recordar que algo superior es quien los creo, asi debemos ser agradecidos por ello.
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